Séptimo día de cuarentena

Ante esta pandemia, los pensadores  contemporáneos han salido a hablar.

Prima la preocupación sobre los modelos de control social de Oriente, principalmente, quienes tecnología de vigilancia mediante, están logrando remontar la pandemia.

Occidente mientras tanto hace primar la preocupación sobre el posible desastre económico que dejarán las medidas utilizadas para morigerar la pandemia: el aislamiento de la población.

No es nueva esta diferencia de abordaje de las sociedades entre oriente y occidente.

La realidad es que la vigilancia mediante la tecnología se utiliza ya para monitorear en forma global, básicamente, los hábitos de consumo de la población, se monitorean otras cosas por supuesto, pero no abiertamente, las poblaciones tienen que creer que tienen libertad de elección para convertirse en consumidores. Fisuradas por los TICS la libertad de elección es estrecha, pero es. El virus de la familia Corona está poniendo en jaque esa estrecha libertad.  Reitero: la libertad para tomar decisiones autónomas que creemos que tenemos.
Libertad que es tal vez solo una farsa, porque sin libertad de pensamiento de veras, en serio, no hay libertad. Y paradójicamente, este virus en nuestro aislamiento tal vez nos haga recuperar la verdadera libertad, aquella que podemos ejercer pensando, solos, en aislamiento.


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