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Viajar es la meta de la mayoría de la humanidad en estos días. Cuando un tema social es tan reiterado, cuando las publicidades no dejan de perforarnos con el último de los destinos de moda, cuando lo único que desea cualquiera con quien hablamos, es sacar un pasaje en algún medio de transporte y emprender un viaje a no importa qué destino con tal que sea lo más lejos posible, es allí cuando uno se pregunta: Qué hay por detrás de este ¿síntoma?.
Me apresuro a aclarar que tal vez no haya nada en particular, que tal vez ninguna cosa relacione el deseo de viajar del Sr E con el deseo de viajar de la Sra B con el deseo de viajar del joven L, es probable que tal vez las líneas aéreas, las cadenas hoteleras, las agencias de viaje, solamente se hagan eco de una demanda masiva, genuina y espontánea que engolondrinó al hombre del siglo XXI.
Pero tengo el deber de sospechar de tanta masividad, de tanta reiteración, de tanto ir y venir sin ton ni son y debo agregar el condimento más importante: debo sospechar de que tanta gente se someta por sus propios medios y con gusto, a tanto displacer, incomodidad y privaciones. Y aquí hago un paréntesis en la reflexión y entro en el cálculo matemático: viajar es caro, los pasajes aéreos son caros, comer en restaurantes todo el tiempo es caro, los hoteles son caros, la gente no gana mucho o al menos mucha gente que conozco y que viaja mucho no gana mucho ni bien, por lo que es claro que se privan de vivir holgada o cómodamente 350 días para viajar 15, cálculo que no me cierra por ninguna parte.
Estará el movernos de aquí para allá inscripto en nuestros más profundos impulsos? Será que el sedentarismo que logramos por necesidad lo estamos abandonando también por necesidad?
Será que el sedentarismo no está tan arraigado y solo nos hicimos sedentarios para lograr comida y alguna comodidad y ahora la comodidad nos genera tanta incomodidad que debemos retornar al nomadismo para huir de ella?
Será que la insatisfacción desenfrenada - síntoma necesario para el sostenimiento de nuestra sociedad de consumo - nos impulsa a huir a mejores horizontes imaginados y los que habitan esos horizontes ven nuestro sitio como su horizonte ideal, hasta que éste ya no lo sea más y así hasta el infinito, siguiendo la utopía, que por algo es utopía: no es lugar. No hay lugar.
Tal vez no sea nada de eso y solo una conspiración de un puñado de empresas para que vivamos presos de las cuotas. Quién sabe?
Ésta es la forma que se anuncia. No la deseo, pero la preveo. El hombre, al igual que el objeto, será
nómada, sin domicilio ni familia estables, portador en él, sobre él, de todo lo que constituirá su valor
social
Jacques Attali "Breve historia del futuro"
Me apresuro a aclarar que tal vez no haya nada en particular, que tal vez ninguna cosa relacione el deseo de viajar del Sr E con el deseo de viajar de la Sra B con el deseo de viajar del joven L, es probable que tal vez las líneas aéreas, las cadenas hoteleras, las agencias de viaje, solamente se hagan eco de una demanda masiva, genuina y espontánea que engolondrinó al hombre del siglo XXI.
Pero tengo el deber de sospechar de tanta masividad, de tanta reiteración, de tanto ir y venir sin ton ni son y debo agregar el condimento más importante: debo sospechar de que tanta gente se someta por sus propios medios y con gusto, a tanto displacer, incomodidad y privaciones. Y aquí hago un paréntesis en la reflexión y entro en el cálculo matemático: viajar es caro, los pasajes aéreos son caros, comer en restaurantes todo el tiempo es caro, los hoteles son caros, la gente no gana mucho o al menos mucha gente que conozco y que viaja mucho no gana mucho ni bien, por lo que es claro que se privan de vivir holgada o cómodamente 350 días para viajar 15, cálculo que no me cierra por ninguna parte.
Estará el movernos de aquí para allá inscripto en nuestros más profundos impulsos? Será que el sedentarismo que logramos por necesidad lo estamos abandonando también por necesidad?
Será que el sedentarismo no está tan arraigado y solo nos hicimos sedentarios para lograr comida y alguna comodidad y ahora la comodidad nos genera tanta incomodidad que debemos retornar al nomadismo para huir de ella?
Será que la insatisfacción desenfrenada - síntoma necesario para el sostenimiento de nuestra sociedad de consumo - nos impulsa a huir a mejores horizontes imaginados y los que habitan esos horizontes ven nuestro sitio como su horizonte ideal, hasta que éste ya no lo sea más y así hasta el infinito, siguiendo la utopía, que por algo es utopía: no es lugar. No hay lugar.
Tal vez no sea nada de eso y solo una conspiración de un puñado de empresas para que vivamos presos de las cuotas. Quién sabe?
Ésta es la forma que se anuncia. No la deseo, pero la preveo. El hombre, al igual que el objeto, será
nómada, sin domicilio ni familia estables, portador en él, sobre él, de todo lo que constituirá su valor
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